domingo, 21 de febrero de 2010

Y...

de repente llegaste tú y te llevaste mis suspiros, conviertiéndome en tu propio juego. ¿Qué será lo próximo?

Y sin embargo, un rato cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera...

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿De veras no te lo crees?

Quizá alguna vez hayas perdido algo en tu propia casa. Justo cuando más lo necesitas, desaparece. Y es absurdo, porque sabes que está ahí, que lo debes tener a dos palmos de tus narices, pero no puedes verlo, no eres capaz de encontrarlo. Se lo habrá llevado un duende -diría mi madre-. ¿Y para qué coño querrá un duende mis llaves?

Recorres cada habitación, cada rincón, cada esquina. Entras, sales, empiezas a desesperarte, a dar vueltas sin rumbo pasando una y otra vez por los mismos lugares, mirando sin mirar... y de repente, cuando ya te has cansado de deambular por la cocina, el salón, el baño y el dormitorio, ahí está. Frente a ti. Y tú, que habías pasado treinta veces por delante, ni siquiera te habías dado cuenta. El mejor ejemplo para aquello de "cuando menos te lo esperes, aparece", "cuando dejes de buscar..."

Pues así es como me siento. Como si acabara de darme cuenta de que te has extraviado, como si te hubiese perdido. Y sé que estás ahí. Más cerca... más lejos... ahí. Te intuyo. Pero aún no he dado con ese maldito rincón del que espero que no te muevas. No me lo pongas más difícil.

¿De veras no te crees que te eche de menos?

domingo, 14 de febrero de 2010

Gracias

... Por ser el niño que cuido los fines de semana que no tengo a mis niños.

domingo, 7 de febrero de 2010

Pregunta embarazosa

Hace un rato, tras llegar del pueblo, y pasar el fin de semana los cuatro juntos:

-¡Mamá!
-¡Mami!
-¿Queeeee, chicos?
-¿Podemos llamarle PapiJ...?

Como ves, no hay que disimular nada.

martes, 2 de febrero de 2010

No lo diré

No lo diré porque tengo miedo a decirlo en voz alta...
...pero cualquier día tendré que utilizar otra palabra para referirme a lo que provocas en mí.

Respira hondo, no lo diré.

No, porque a veces poner voz a los pensamientos puede hacer temblar los cimientos de la conciencia. Y no es cuestión.

Además, ni que me hubiese enamorado. Qué tontería. Nada más lejos de la irrealidad.

Realidad... he dicho realidad.