Eso que llegues a casa y me encuentres en la puerta esperándote ya se que no te gusta (aunque en otra ocasión me hayas invitado a subir, a tomar café "acanelado" y a yacer hasta el amanecer). Pero tampoco es para que allí, en medio de la calle, me digas, en voz baja, tal cantidad de improperios que no soy capaz de enumerarlos porque seguro que me dejo 10 ó 12 en el tintero.
Y no me va a hacer daño porque sé que, realmente, no soy la culpable de tu mala leche.
No sé que te habrá pasado en el coro o con la corista para que lo pagues conmigo. O con tu amada que pasa de tí. Me da igual.
Lo único que quiero que sepas, que no te guardo rencor.
Hoy, hubiese sido una gran ocasión para empezar a olvidar. Y las has perdido.
Si lees este mensaje, llámame, necesito hablar contigo.
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