lunes, 15 de noviembre de 2010

Mía

El jueves pasado, cuando por la mañana fui a coger el coche, en el limpiaparabrisas, había un papel escrito a máquina que decía: “Me provocas. Caerás en mis manos antes de que acabe el día”.

Si esto me lo hubiera encontrado hace años, cuando era joven, me habría dado un ataque de risa y, por qué no, expectación, pero ahora…

Me encaminé al juzgado donde nos esperaba la resolución de una causa, me miraba el guardia jurado y pensé si sería él, o quizás la fiscal, o el policía de la entrada.

Más tarde en la Gerencia, me abordó un señor de malas pintas, pero no, me confundió con una administrativa y sólo quería preguntarme dónde pagar unas tasas fuera de plazo.

Por la tarde, en manos del masajista soñé que fuese él el que me habría escrito, se me ocurrió pensar que si a lo mejor…

Me acosté tarde, obsesionada. Mi marido ya dormía al otro lado de la cama. Fue entonces cuando se acercó a mi oído y me dijo: ¿Leíste la nota? ahora eres mía…

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